El mundo religioso de Unamuno

En esta sesión se pretendió ofrecer una panorámica de la vida, obras e ideas de Unamuno, desde el punto de vista religioso. En la introducción donde se expuso parte de la bibliografía imprescindible para abordar el estudio del autor. Seguidamente se ralató la vida y las obras de Unamuno, tomando como hilo conductor su evolución espiritual. Por último, nos detuvimos en algunas de las ideas religiosas más características del rector de Salamanca, tales como el problema del destino ultraterreno, la distinción entre hombres materiales, intelectuales y espirituales, la búsqueda de la verdad, el cristianismo cordial, la distinción entre pistis y gnosis, la incapacidad de la razón para alcanzar a Dios, la separación entre fe y cultura o la relación de la religión con el progreso.

( Guión de la sesión )

Jaime Vilarroig

Religión, cristianismo y mística en el pensamiento de Unamuno. Las influencias de Sabatier y Harnack

Si el tema central en Del sentimiento trágico de la vida es el hambre de inmortalidad, no menos importante es el hambre de Dios. En la obra de la Unamuno inmortalidad y deificación van a la par, y ambas son tratadas desde dos polos enfrentados pero que se necesitan mutuamente; nos referimos a la fe y a la razón. Es así que, para Unamuno, filosofía y religión están coimplicadas en la tarea de dar respuesta al interrogante más acuciante para el hombre: su inmortalidad. La historia de la filosofía puede ser entendida como una historia de la religión, lo mismo que el desarrollo de las religiones hasta llegar al cristianismo puede ser interpretado como una vía epistemológica que arroje luz acerca del anhelo de inmortalidad del ser humano. La religión se nos manifiesta como una experiencia en la cual se nos desvela el sentido último de la vida, su finalidad y su valor, una experiencia que nos aportará el conocimiento más anhelado por el hombre. A este conocimiento Unamuno accede desde el antropocentrismo luterano, siguiendo la inspiración del liberalismo protestante, pero también desde el misticismo de la contrarreforma, y muy especialmente del misticismo humanista español. Religión, cristianismo y mística, son pues, los pasos que Unamuno seguirá para adentrarse en los misterios de la inmortalidad y la deificación. Pero también desde esta atalaya que él construirá podrá atisbarse la respuesta al para qué de la vida, el principio esperanza, el carácter ético de la vida y la vocación del hombre respecto a los demás hombres. La mística de Unamuno arranca del hambre de inmortalidad y desemboca en el compromiso con el hombre, especialmente con el hombre que sufre. Partiendo de los anhelos íntimos del hombre llegaremos a una ética heroica inspirada en el protestantismo liberal, pero esta ética no se formulará desde la razón sino desde el corazón; será pues una vía mística y no tanto epistemológica, o pística más que gnóstica.

En la elaboración de esta vía influyen pensadores tales como Pascal, Kierkegaard o Schopenhauer, místicos como Fray Luis de León, santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, y teólogos como Harnack y Sabatier. Nosotros nos centraremos en estos dós últimos –realizaremos primero un repaso de sus principales ideas respecto a la historia de la religión y del dogma cristiano para luego comparar con los escritos de Unamuno– pero queda pendiente una complementación de lo que aquí expondremos con el análisis de los autores que acabamos de indicar. En esta sesión, pues, lo que expondremos es la filosofía de la religión de Augusto Sabatier y la historia del dogma de Adolf von Harnack, para luego compararlas con el escrito de Unamuno y delinear lo que podría ser una mística unamuniana.

Jesús A. Fernández


El hambre de inmortalidad en Miguel de Unamuno. Relaciones con Spinoza

El tema de la inmortalidad es sin duda capital en Del sentimiento trágico de la vida y en los capítulos 3 y 5 se aborda este tema desde dos perspectivas concretas. Por un lado, el capítulo 3 desarrolla el concepto típicamente unamuniano del “hambre de inmortalidad” en los diferentes modos en que este sentimiento se ha revelado en la humanidad a lo largo de la historia. Por otra parte, en el capítulo 5 analiza el intento realizado desde la filosofía de racionalizar ese sentimiento íntimo y vital y la dialéctica existente entre vida y razón.

Para bajar el escrito correspondiente a este tema clicar justo abajo:

El hambre de inmortalidad en Miguel de Unamuno. Relaciones con Spinoza.
Pedro Jesús Pérez Zafrilla.

La cuestión religiosa en el pensamiento de Unamuno

Para el curso 2009-2010 el Seminario lo dedicaremos íntegramente al pensamiento de Unamuno, concretamente a la cuestión religiosa. Para ello, estudiaremos los textos Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo. El objetivo es analizar la religiosidad que Unamuno expone en sus escritos intentando buscar las inluencias que recibe de otros pensadores. Como bibliografía secundaria utilizaremos el libro Unamuno y los protestantes liberales (1912). Sobre las fuentes de "Del sentimiento trágico de la vida", de Nelson R. Orringer, publicado en Gredos, Madrid, 1985.


Las sesiones del seminario serán las siguientes:

1- Introducción: El mundo religioso de Unamuno. Jaime Vilarroig. El hombre de carne y hueso. Las relaciones de Unamuno con el liberalismo protestante de Ritschl (Caps. I-II STV). Ignacio soler; Luca Giancristofaro. Octubre 2009.

2- El hambre de inmortalidad en el pensamiento de Unamuno. Relaciones con Spinoza (Caps. III, V STV). Pedro Jesús Pérez. Noviembre 2009.

3- Religión, cristianismo y mística. Relaciones entre Unamuno, Harnack y Sabatier. (Caps. IV, VI,VII, X STV). Jesús Fernández. Diciembre 2009.

4- Dios y las virtudes teologales en el pensamiento de Unamuno. (Caps. VIII-IX STV). Francisco Arenas-Dolz. Enero 2010.

5- La moral unamuniana. La confrontación entre Unamuno y Kant. (Cap. XI STV). Raúl Sebastián; José Luis García. Febrero 2010.

6- El cristianismo agónico de Unamuno. Relaciones entre Unamuno y Kierkegaard. (Caps. I-V AC). Enrique Herreras; José Novella. Abril 2010.

7- La fe de Unamuno. La influencia de Pascal. (Caps. VI-X AC). Guillermo Taberner. Mayo 2010.

El eslabón perdido: la estructura empírica de la vida en la filosofía de Julián Marías

El título que encabeza esta comunicación quiere situar el descubrimiento de Marías en su auténtica dimensión dentro de lo que supuso para el filósofo y para el discernimiento posterior del tema de la vida humana. En efecto, supuso llegar a lo más propio y original de su reflexión, a lo que él considera su “propio nivel”. Aunque, como veremos, el hallazgo de este estrato de realidad lo vislumbra en algunas de sus primeras obras, es en Antropología metafísica donde aparecerá el descubrimiento en su máximo esplendor y rigor considerándolo como el libro “más mío” . No obstante, cabría preguntarnos: ¿desde cuándo Marías vislumbró la idea de esta tercera zona o estrato de la realidad? Es, pues, obligatorio analizar, al menos de manera somera pero rigurosa, los distintos estadios de su proceso intelectual en el hallazgo de este eslabón que une la realidad radical, mi vida, y el conjunto de sucesos azarosos y casuales que conforman el cotidiano vivir. Pero, como he señalado, también supone un filón riquísimo para el análisis de la vida humana en el sentido que, a partir de este tercer nivel hallado, pueden ser analizadas con nuevas y enriquecedoras posibilidades las diferentes dimensiones de mi vida, incluso las que aparecen en ella en forma de ausencia, o negación ; en definitiva, gracias a este hallazgo de Marías, la vida como realidad radical, es decir, como teoría analítica de la vida, puede ser articulada con el conocimiento inmediato, concreto, circunstancial de cada vida .


El concepto de persona en Laín Entralgo

«La realidad es digna de crédito, de esperanza y de amor. Sin estos ingredientes la vida sería absolutamente imposible. Laín ha sabido ver y desarrollar esto como nadie. Y ha hecho de ello no sólo una teoría, sino toda una actitud ante la vida; es decir, una ética, una ascética y hasta una religión»[1].

En sus escritos, Pedro Laín Entralgo se propone desarrollar una antropología científico-filosófica a partir del desarrollo de aspectos tales como el concepto de «animal de realidades», «sistema psicoorgánico», la idea de «persona» y la concepción del hombre como «agente», «actor» y «autor» de su vida. A partir de aquí elabora una teoría «materista» (que no materialista) de la realidad del hombre. Nos presenta, así, una nueva concepción de la materia, de la estructura y del dinamismo evolutivo, Laín logra esbozar una teoría del cuerpo humano no dualista y no materialista, con la que se intenta superar el dualismo antropológico y el materialismo fisicalista[2]. Desde estos presupuestos, el tema del hombre se convertirá en el eje central de toda su obra; primero desde un enfoque netamente médico[3], posteriormente, al final de su vida, desde un desarrollo más filosófico pero sin abandonar las alusiones a los estudios científicos, sobre todo en el campo de la neurofisiología[4]. Este empeño de conjugar ciencia y filosofía estuvo también acompañado en Laín por el intento denodado de integrar antes que desechar; así encontramos en su obra reminiscencias de autores tales como Unamuno, Ortega y sobre todo Zubiri, pero también de Nietzsche, Darwin, Theilard de Chardin, Gabriel Marcel y Ramón y Cajal. Este eclecticismo lleva a Laín a realizar una original antropología, sin embargo, le conduce también a una interpretación del pensamiento de Zubiri que se desviará legítimamente de su original propósito; hemos de considerar que el antropologismo zubiriano ha de estudiarse en su contexto biográfico, como un rasgo epocal superado tras la elaboración de su filosofía primera. Zubiri estudia al hombre en tanto que realidad, mientras que Laín lo hará considerándolo como una forma concreta de realidad, convirtiendo la filosofía del hombre en el tema central de su pensamiento.

La antropología de Laín gira en torno de un doble eje: por un lado, Laín formula una idea integral del hombre, en la que no caben las concepciones dualistas y en donde razón y cuerpo son una unidad; por otro lado, este hombre integral es intrínsecamente moral, ya que ha de apropiarse de la realidad. La de Laín es, pues, una antropología integral en la cual se insertan diversos niveles epistémicos que se articulan en la idea del hombre: el nivel de la exposición científica respecto a la base natural del comportamiento, el nivel de la comprensión del sentido de la conducta, y el nivel fenomenológico desde el cual aporta la visión de la realidad como un todo, todo ello remitido al nivel ontológico de la estructura sustantiva del hombre[5]. La antropología, de este modo, se entiende como una «cosmología dinamicista y evolutiva» y al hombre se le concibe como una estructura ontológica que no es otra que la empírica del cuerpo humano. Pero del cuerpo brota la inteligencia, y, por su puesto, también la moral. «No hay duda: la condición moral de un hombre depende en muy buena medida –¿cómo, hasta dónde? – de lo que genéticamente sea su cuerpo y biográficamente haya sido él»[6]. De este modo, por su condición biológica el hombre es «animal de realidades», «sustantividad abierta», y por esta condición es animal moral, obligado a apropiarse las posibilidades que la realidad le ofrece si quiere que su vida sea viable. Agrega, así, Laín una nueva raíz naturalista al sistema de su pensamiento desde la cual al hombre no le queda más opción que lanzarse a la realidad, hacerse cargo de ella y buscar aquello que haga viable su existencia.

[1] D. Gracia, «Las afinidades electivas: Zubiri y Laín» en AA.VV., La empresa de vivir. Estudios sobre la vida y la obra de Pedro Laín Entralgo, Galaxia Gutembreg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2003, p. 123.
[2] Vid. J. Conill, «Laín Entralgo y Zubiri. De la analítica existencial a una concepción estructurista-dinamicista del cuerpo humano», Pensamiento, vol. 58, nº 221, Madrid (Universidad de Comillas), 2002, pp. 177-192.
[3] De esta época pueden verse las obras Medicina e historia (1941), Estudios de historia de la medicina y antropología (1943), Mysterium doloris (1955) y Enfermedad y pecado (1961).
[4] Muestra de esta última etapa es su trilogía antropológica final, El cuerpo humano. Teoría actual (1989), Cuerpo y alma (1991) y Alma, cuerpo, persona (1995).
[5] Cf. P. Cerezo Galán, «La idea del hombre en Pedro Laín» en La empresa de vivir, op. cit., p. 57.
[6] P. Laín Entralgo, El cuerpo humano. Teoría actual, op. cit., p. 152.
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El testo que trabajaremos es:

P. Laín Entralgo, "Sobre la persona", Arbor, nº 613, 1997, pp. 9-24

Tanto el artículo como el material que trabajaremos puede bajarse en la siguiente ventana.



García Bacca y el sentido dramático del pensar en español

Todo idealismo, montado o no sobre un plan experimental, pretende «regular lo real por lo posible» (ILF, 239), lo cual conlleva necesariamente el uso de la matemática, del cálculo, que hace del porvenir futuro sin novedad. Esta idea se hace obsesiva en Europa desde el Renacimiento, aunque, advierte García Bacca: «le entraron a la vida occidental, no a la española», por lo que «se encontró el hombre con que el Mundo se había quedado sin alicientes, sin porvenir. ¿Para qué esperar a ver con los ojos de la carne lo que ya se ha pre-visto con los del espíritu, una vez calculada matemáticamente su aparición?» (ILF, 229). Todo ello es condensado por nuestro autor en la expresión «quitarle gracias al tiempo». Tal es el espíritu característico de la «Razón técnica» (ILF, 239). La consecuencia para la libertad no puede ser más devastadora: «Y lo grave es que no dejará nada a la espontaneidad de lo real, pues está convencido que lo real no puede alterar la posibilidad, que lo presente en nada afecta al futuro» (ILF, 236).

Sin embargo, el pensar no puede ser reducido a mero cálculo. Queda una salida, la cual García Bacca nos la presenta en lo moral: «en verdad, lo moral invita a lo racional puro a levantar el vuelo y transcenderse. ¿Hacia qué y hacia quién?» (ILF, 267). Contestar a esta cuestión será el propósito de Bacca. De este modo, nos presenta en sus escritos el pensar como un pensar «dramático», opuesto siempre al tecnicismo. La experiencia dramática de la relación de la vida con la razón puede muy bien estar representada en la obra de Calderón de la Barca La vida es sueño, la cual nuestro pensador nos presenta como la formulación del «drama entre Razón y Hombre» (ILF, 259). Toda tragedia busca conmocionar al espectador al cual se le presenta el protagonista del drama en su quehacer. Es así que lo dramático se relaciona con lo ético, siendo éste un componente esencial de la tragedia. En García Bacca descubrimos una filosofía que comporta una ética. En la tragedia no cabe el frío cálculo racional, sino la acción pasional. Es éste un tema que encontramos en el drama calderoniano y que se nos descubre en la fuerza emocional de su protagonista, Segismundo; un «tema de loco», dice García Bacca, que es recogido en el conocido lamento de Segismundo: «y yo con más albedrío tengo menos libertad». Este lamento es todo un testimonio del estado de perplejidad de su protagonista ante la situación carcelaria a que le abocan las ideas de Basilio. Y así, dice García Bacca: «Segismundo ha acertado plenamente en la apreciación que debe hacerse de todo apriorismo kantiano, cartesianismo, matematicismo y demás tipos de tiranía racional, de educación según planes, en que el hombre real, el que nace, vive y muere, tenga que servir de campo de experimento: todo ello es un atentado contra la libertad» (ILF, 241).
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El texto en el que nos centraremos es el siguiente: García Bacca, JuanDavid, Sentido dramático de la filosofía española: "La vida es sueño",en tres jornadas filosóficas, en Introducción literaria a la filosofía, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1964, 227-268.
Puedes descargar el texto en la ventana de más abajo.

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