Seminario de Filosofía española.
Curso: 2012-2013: María Zambrano y su libro: Persona y
democracia.
5ª Sesión 22 de febrero de 2013.
Este resumen tiene como fin recoger las diferentes
preguntas, comentarios e intervenciones que se hicieron en la sesión.
En la sesión del 22 de febrero nos hemos centrado en
los capítulos III y IV: “La historia como tragedia”, “La historia como juego”, y en la obra de
teatro de Zambrano: “La tumba de Antígona”. Como ponente tuvimos a Enrique Herreras
Maldonado, autor de “La aportación de la tragedia griega a la educación
democrática”.
La historia
como tragedia.
La presentación de Enrique Herreras finalizó abriendo
la pregunta: ¿ Hay alguna manera de conocer sin el sacrificio?.
¿Sólo siendo víctima se puede conocer? En la tragedia
el protagonista actúa sin saber “en vez de saber primero y actuar después”. Por
ello, quizá, el conocimiento sin sacrificio tendrá que ser consecuencia del
despertar de la conciencia. De ahí la importancia de la conciencia histórica,
de la necesidad de comprender la historia para poder superarla.
El hombre ha querido hacer historia y la ha querido
hacer absolutamente, ese querer hacer absoluto es el que habría que abandonar
para romper con la historia sacrificial. “Nada en demasía”. No se puede olvidar
la limitación de ser persona humana , lo humano de la persona, la grandeza está
en “ser enteramente persona”.
Si nos olvidamos de la historia veremos más Antígonas,
más víctimas. La experiencia vital de Zambrano es esencial para entender su
obra. Quizá, por ello, Zambrano pudiera aparecer representada en el papel de
Antígona. En el caso de que Zambrano fuera Antígona el ídolo sería Franco. Pero
debemos recordar que “ídolo es lo que exige ser adorado", cualquier dictador
es ídolo, como lo es también el racionalismo más exacerbado. Y “Podría preverse
el número de víctimas que a un cierto régimen corresponde, mirando tan solo la
máscara que lo representa”. A su vez, “a
mayor potencia de representación, mayor el número de las víctimas”.
Y sin embargo, se planteó también la duda de si
Zambrano podría utilizar la máscara en sentido positivo en algunas ocasiones.
En “La agonía de Europa” el capítulo la “Destrucción de las formas” comienza
con la cita de Nietzsche: “ Todo lo profundo necesita una máscara”. Zambrano
repetirá la misma cita de Nietzsche cuando en su texto sobre “El payaso y la
filosofía” escriba: “ Parece saberlo todo el payaso. Con su rostro inmóvil,
imitación de la muerte, parece ser una de las formas más profundas de
conciencia que el hombre haya alcanzado de sí mismo. Y “como todo lo profundo
necesita una máscara, que dijera Nietzsche, la tiene desde siempre en esa
máscara la más profunda y la más transparente…”.[1]
También en “Charlot o el histrionismo” Zambrano nos
decía que el payaso “sale a la pista revestido de una máscara para mejor usar
de su alma… Pero, lo que la sociedad, las costumbres , en fin, eso que llaman
“el Mundo” nos exige es también una máscara, con ella transitamos por las
calles (…)y por ella sacrificamos miles de cosas.”[2]
Chaplin habría intentado entregar su vida, “incluso su personalidad”, para
llegar al fondo de la vida de los demás, no habría buscado un público, sino más
bien hermandad[3].
Quizá, en este texto pueda aparecer la máscara en ese doble sentido positivo y
negativo según el uso, al que creo recordar hizo alusión Rosa Mascarell.
Y de este modo quedó en el aire la pregunta: ¿Perderse
en la representación sin que la representación te pierda?.
Se citaron la obra de Borges “El espejo y la máscara”
y “El miedo a la libertad” de Erich Fromm.
La historia
como juego.
También, se insistió en la posible relación entre la
historia como juego y la historia como tragedia. El hecho de que ambos textos
aparezcan seguidos no parece una cuestión casual. Pues, frente a la pretensión
de querer hacer historia de manera absoluta parece necesaria la armonía de las
tres edades: la del ensimismamiento del niño , la acometividad del joven y la
serenidad del adulto “capaz de neutralizar las demasías de la historia”.
El drama es acción. La historia es acción, el relato
es parte de la acción pero la acción es más que el relato. La acción es
anterior a la intelección.
Otras formas de
conocimiento.
Si pudiéramos rastrear el origen, veríamos que nuestras
primeras palabras eran metáforas. El símbolo es una manera de pensar . Lo
simbólico es el modo de pensar originario. No es un ejemplo. Lo prioritario es
la metáfora. El hombre aparecería así
como un “animal simbólico”.
En relación con la anterior cuestión, se hizo alusión
a lo que Zubiri denominaba la “logificación” y el intento de reducir la variada
morfología del pensamiento humano por una sola de sus formas.
Influencias
Fueron señaladas como importantes influencias en
Zambrano: Nietzsche y Giambattista
Vico. Sobre todo se comentó la influencia que este último pudo tener
sobre Zambrano.
Finalmente, la sesión terminó con la lectura de un texto de María Zambrano del año 1977 que
nos sirve como síntesis de la sesión:
“Y ahora, para que el momento de ese ahora se en
verdad histórico, se hace necesaria la experiencia, que es fruto de la
conciencia. Mas para que la experiencia histórica se dé como indispensable en
este Occidente, habría de entenderse – de sentirse ante todo- la conciencia en
forma diferente de la dada por sabida. Es decir, que la primera experiencia que
habría de surgir es la del ejercicio de la conciencia misma. Pues que hasta
ahora la conciencia suele deslizarse por un tiempo plano, allanador de sucesos,
desconocedor de la multiplicidad que el tiempo despliega en la vida humana. Es
necesario que deje intacta la semilla de vida germinante siempre visible o
escondidamente, que respete lo escondido y no pretenda imponer la claridad -la
racionalista clarté- que tantas realidades luminosas oculta.
Habría por tanto que distinguir entre lo que se
presenta como claro y lo que en su palpitar oscuro crea claridad. Tal como el
centro oscuro de la llama que ilumina, la llama que hace ver además de todo lo
que ilumina la pasión propia de la luz que ante nuestros ojos se hace, de la
luz que ha de ser alimentada, enderezada. Una luz de la que el sujeto participa
haciéndola, no recibiéndola en modo inerte: la verdad viviente que sólo aquel
que la mantiene y en ella está dispuesto a quemarse puede ofrecer. Un símbolo o
al menos una imagen de la experiencia que sólo reencendiéndose en una fe
inicial llega a darse. Ya que la fe es semilla, razón viviente”[4].
[1] Zambrano, María, “ El payaso y la filosofía”, Islas,
Madrid, Verbum, 2007, p. 173.
[2] Zambrano, María, “Charlot o el histrionismo”, cit. p. 161.
[3] Podríamos recordar los versos de Octavio Paz: Para que pueda ser
he de ser otro/salir de mi, buscarme entre los otros, / los otros que no son si
yo no existo,/ los otros que me dan plena existencia.
[4] Zambrano, María, “Presentación: La experiencia de la Historia (
después de entonces)” en Los
intelectuales en el drama de España y escritos de la guerra civil, Madrid,
Trotta, 1998, p. 79-80.
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